viernes, 25 de noviembre de 2016

3. Morales basadas en las consecuencias

Llamadas “consecuencialistas“: Las cosas son buenas o malas dependiendo del daño o bien que producen.
Esta norma tan bonita y tan fácil se complica cuando tenemos que aplicarla en la práctica: ¿es el daño esperado o el producido? ¿qué es un daño? ¿a qué plazo se toma la decisión? ¿a quiénes se tiene en cuenta – a una “raza”, a una especie, a los animales, las plantas, las piedras…?
Todo eso son preguntas que debe responder esta moral digamos “utilitarista” o si lo prefieren, “maquiavélica”. De hecho “utilitarismo” es el nombre de una moral de este tipo (Jeremy Bentham).
Todas estas direcciones tienen sus ventajas y sus inconvenientes, pero evaluar eso ya es “salirme del armario” y reconocer que mi moral está basada en las consecuencias. Incluso a la hora de evaluar qué tipo de moral es la mejor, yo me fijo en sus ventajas e inconvenientes… es decir, en sus consecuencias.
Las morales basadas en el motor, tienen como ventaja que garantizan el potenciar lo mejor del ser humano. Como desventaja, desde luego, que pueden llevar a actos espantosos y perfectamente inútiles… se me ocurre que suicidarse antes de caer en manos de un “enemigo” puede ser un buen ejemplo, aunque no siempre.
Las morales basadas en los actos tiene la limpieza de que es generalmente fácil evaluar si un acto es bueno o malo. Eso sirve para hacer más difícil el justificar actos innobles en nombre de otra cosa: Si un acto está prohibido, es malo, y punto. Desde luego, seres abyectos pueden acabar usando esos sistemas de leyes y prohibiciones en su propio provecho, y además el seguimiento estricto puede llevar a decisiones catastróficas en nombre de la Ley Sagrada.
Finalmente, como es lógico, el tercer tipo de moral tiene las ventajas y desventajas simétricas a las anteriores: Es la que, en un caso ideal, más bien producirá y más mal evitará… pero es la más difícil de evaluar, la más fácil de manipular, y desde luego puede ser usada por seres abyectos para justificar actos abyectos (por eso Maquiavelo tiene tan mala fama, el pobre).
Desde luego, pocas moralidades son “puras” en el sentido de esta clasifiación. El judaísmo puede ser muy ritualista, pero uno de los Mandamientos es el amor a Dios y al prójimo (y según algunos rabinos, el más importante). Y por otro lado, sus textos más respetados están llenos de argumentos y contraargumentos que aluden constantemente a las consecunencias de los actos.

El cristianismo se orienta más hacia el amor (“Dios es amor”), pero no por eso abandona los códigos de conductas buenas y malas, ni tampoco (al menos en los
Cristianos reflexivos) ignora las consecuencias previsibles de los actos: Hacer daño por amor, no es considerado amar.


A pesar de que el mundo real siempre va a ser más complejo que este modelo, creo que sí puede ser útil observar las reglas morales, y los sistemas morales (de ideologías, religiones…) a la luz de estos tres “tipos puros”.

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